5 de gen. 2009

Armageddon 2ª Parte

- Posición defensiva – grito el Capitán, las ordenes de combate dadas por el capitán raramente eran injustas, descabelladas o erróneas, aun así el Capitán aceptaba propuestas de alternativa a estas. Pero en este caso la orden era la apropiada.

Las tropas rápidamente se colocaron en semicírculo, buscando toda la protección posible entre los agasajos de la Thunderhawk estrellada.

Eran los pocos supervivientes de la misión de evacuación de la Granja de Rehidis, cerca de la Colmena Hades. Pero al despegar la última nave de transporte aparecieron 6 cazas enemigos, 5 eran kazabombarderos orkoides, pero la última... esa era una nave caótica, el equipo orko abatió dos de los transportes, antes de la llegada de los cazas Thunderbolt, pero el caótico, ataco sin más dilaciones a la Thunderhawk de tropas, y la daño lo suficiente como para tener que aterrizar de la forma más brusca posible.

Los pocos supervivientes al impacto de la Thunderhawk, recogieron todo el armamento posible, junto con todo lo necesario para el largo viaje de vuelta, hasta las posiciones amigas. Aunque los Thunderbolt habían visto la caída de la Thunderhawk “Amor al Emperador IV”, no podían saber si habían supervivientes.

Pero los orkos, si lo supieron, pues al retornar a la zona del impacto uno de los kazabombarderos fue abatido por un afortunado disparo de misil, que destruyo una de las alas de la voladora nave orka.

Poco después las tropas imperiales, aún recogiendo material de la maltrecha “Amor al Emperador IV” fueron localizadas y atacadas por dos de los kazabombarderos.

- Vamos, vamos- gritó la Sgt. antes de empezar a abrir fuego sobre el avión enemigo con su bolter.
Las tropas obedecieron rápidamente, moviéndose en zig-zag hasta encontrar algún recoveco en la configuración geográfica donde esconderse.

Hasta el momento las naves orkas no habían conseguido cazar a ninguno de los pocos multiangeles, que corrían despavoridos de un lado a otro.

Las comunicaciones seguían cortadas, ya que el emisor-receptor-repetidor de la Thunderhawk estaba completamente destrozado e imposible de reparar. La cual cosa hacia más complicada la precaria situación de los marines espaciales.

En estas condiciones, sin más suministros que los que llevasen encima, debían recorrer cerca de 1600 Km desde el punto en que se encontraban hasta la línea de defensa más próxima.

Aun así el Capitán, no desesperaba, tenia bajo sus ordenes cerca de 2 escuadras de valerosos Adeptus Astartes que harían pagar caro a cualquier enemigo que se interpusiese en su camino.

Ahora, a lo lejos se escuchaba un sonido, lejano y a la vez excesivamente cercano como para no pensar en un ataque terrestre.

Si se alejaban de la Thunderhawk perdían la poca protección que les brindaban los restos humeantes de esta, pero si se quedaban los refuerzos aéreos orkoides los arrasarían en cualquier momento...

Ciertamente era una elección difícil. Los hombres y mujeres a las órdenes del Capitán sabían muy bien que la muerte siempre estaba cerca, una muerte honrosa en combate, pues también conocían las actitudes de su señor hacia ese tipo de combate.

Así, sin recibir directrices, esperaban agazapados entre los escombros... esperando las ordenes de combate.

El cabo “La Polla” estaba rearmando su Lanzamisiles, mientras reprogramaba el misil para que siguiese las señales de calor de los reactores de los aviones orkoides; junto a él, el Capitán estudiaba el terreno, esperando poder tomar una decisión rápidamente.
La única persona en pie, era la Sgt., la temeraria hermana del Capitán, la cual vigilaba el cielo esperando poder indicar al cabo el siguiente objetivo a abatir.

Al fin, el Capitán se irguió, levanto la cabeza y dijo – Todos vosotros me conocéis, sabéis que adoro la lucha, sabéis que os amo como a hermanos y que cuando uno de vosotros cae, lloro; pero esta vez no deseo llorar por nada... nos retiraremos hacia el Sur, en grupos pequeños, avanzando de noche y descansando en las máximas horas de calor. Así espero veros a todos en la base de Tormentus dentro de 6 días, el que no llegue a la posición se le considerará como MIA, ¿queda claro? – Las tropas expectantes asintieron.

En total eran 18 marines. Se hicieron grupos de 4, intentando repartir las armas pesadas entre los grupos, pero la pareja formada por el Capitán y uno de los exploradores recién llegados, iría con armamento de mano.

De esta manera, la Sgt. junto con 3 marines se dirigieron hacia el Sudoeste. El Cabo, y sus 3 acompañantes hacia el Sudeste. Ivan, se dirigió hacia el sur directamente, y por último el otro Ivan se dirigiría hacia el sur dando un rodeo de varios kilómetros.

Pero el Capitán y su acompañante se encararon al norte, su misión era conseguir un emisor de comunicaciones y contactar con las fuerzas aliadas, consiguiendo la evacuación de las tropas en camino.

La Sgt. se negó a cumplir esa orden, sabia que aún consiguiendo contactar con las fuerzas imperiales su hermano no podría volver ni ser recogido en terreno hostil. Y, claro esta, no deseaba perder a su hermano.

- No y no... me niego, es una misión suicida, que no... – gritaba exaltada en la cara de su hermano.
- ¿No? Y que pretendes que haga, soy el de mayor rango y es mi elección... – continuaba el Capitán.
- Esta bien, y la mía es acompañarte – dijo ella – aunque eso signifique la muerte. – Rápidamente otros 6 ó 7 marines apoyaron la decisión de la Sgt..
- Sabes tan bien como yo, que nunca he tenido que ejercer mi mando sobre ti, sabes tan bien como el resto, que siempre os he dado libertad de movimientos, solo en combate y todo y así no he esperado que me siguierais al pie de la letra. Pero hoy... ahora, ¡esto es una orden!, que si no se cumple, se tratará como traición, y sabes como yo, de que manera se trata a los traidores.- expuso el Capitán.
- Bien si esa es tu postura, eres libre de morir y abandonarnos... – replico el Cabo.
La Sgt. se giró hacia el recién interlocutor y le dio un puñetazo en la cara, después se alejo cumpliendo las ordenes.

El Cabo después de recibir el puñetazo, se recuperó lentamente y después de abrazar a su amigo y capitán, se fue con sus designados en su dirección.

Ambos Ivanes se despidieron también, cada uno a su manera, y se dirigieron hacia el punto de encuentro por la ruta establecida.

Así el Capitán Lord Von Germinal Tomàs y la exploradora Raquel, la recién llegada a la unidad, se encaminaron a la que, posiblemente, ya sabían, muerte.

Durante un largo trecho las comunicaciones siguieron en funcionamiento, de esta forma, el jefe de grupo podía informar de sus progresos en la marcha a su Capitán, informándole de la situación de las fuerzas enemigas, y otras posibles noticias de importancia táctica.

Durante las 6 primeras horas de marcha la comunicación interna fue tranquila y fluida, luego empezaron los problemas, la distancia de los grupos, creaba interferencias, así, a la octava hora de viaje se perdió toda comunicación.

Al perder las señales de los grupos, Tomàs, decidió iniciar su camino. Lo primero fue recuperar una de las mantas de camuflaje, así como un rifle de agujas, de los exploradores muertos en el impacto, y así vestido, y armado, se dirigieron hacia el poblado de Aguilea, un pequeño grupo de granjas, arrasado, dos semanas antes por las fuerzas orkoides.

Raquel, callada, cosa rara en ella, iba delante de su señor, explorando y vigilando el frente, y Von se encargaba de la vigilancia de la retaguardia.

Exactamente no sabían dónde se encontraban pero era necesario seguir, Tomàs sabia que no podían andar muy lejos del posible objetivo, ya que mientras estaban siendo atacados distinguió los edificios antes de caer.

El grupo orkoide que se dirigía al grupo de impacto por tierra, aún sin saber la razón, no llegó al objetivo durante, al mínimo, las 8 horas después del impacto.
Aunque esto preocupó al Capitán, tranquilizo a Raquel. Después de 10 horas de marcha, en el desierto, vieron aparecer las ruinas de las granjas de Aguilea.
Acercándose sigilosamente, llegaron hasta el perímetro exterior de la población, y escucharon voces humanas, cosa que no podía ser... la zona llevaba arrasada dos semanas y se la consideraba perdida, y sin ningún superviviente.

Apunto de salir de su escondite, la pareja de marines, escucho las roncas voces de los vigilantes orkos, el poblado había sido reconfigurado como campo de trabajos forzados.

El objetivo era poder llamar a la zona imperial, no rescatar a humanos capturados, no aún... pero el problema estaba en que la torre de control Imperial, estaba en la otra parte del pueblo, así que deberían rescatar a los prisioneros... para poder acceder a la torre, y contactar con las fuerzas de evacuación, si la radio funcionaba...

- Mierda, ahora es cuando más necesitaría el apoyo del resto del equipo... – dijo el Capitán
- Pues... no están, así que no se como lo ves, pero un ataque directo lo veo un suicidio – comentó Raquel.
- Tengo una idea – siguió el capitán – me dejaré coger y iniciaré la rebelión entre los prisioneros...

Rápidamente Raquel negó con la cabeza – No creo que sea una buena idea, vamos Germi, ¡ni tú estás seguro de lo que estas diciendo! – Raquel acertó perfectamente en el objetivo, la idea de dejarse capturar repugnaba al Capitán, pero en ese momento era la única salida que le veía al problema.

Mientras se quitaba la armadura de combate, pensaba en las consecuencias de aquella locura... ciertamente no deseaba morir, pero no descubría ninguna otra respuesta...

Raquel por su parte no entendía las intenciones de su señor y amigo, pues aunque se conocían desde hacía bien poco, lo estimaba... y por ello no dejo de pensar en alguna otra solución, sabia que atacar al enemigo, no era factible, dos contra veinte era demasiado hasta para dos marines solos.

No, tenia que haber otra manera, pero cual, cual...

En ese momento varios disparos de bolter y explosiones, pusieron en alerta los sentidos de Raquel, la cual, ascendió hasta el primer nivel del edificio que tenía delante y pudo ver como varios marines estaban atacando la posición; ella sin dudarlo ni un minuto empezó a descargar su fuego sobre el enemigo, así en un fuego cruzado, los orkos empezaron a retirarse hacia un cobertizo, mientras los prisioneros corrían y se escondían donde podían.


La Sgt. Libertad, no lo dudó dos veces, una vez perdida la señal de radio con su hermano, cedió el mando a uno de los marines acompañantes y les dio la orden de cumplir el objetivo, ella volvía con su hermano y señor. Así, a marchas forzadas empezó a correr, siempre en dirección norte, sin parar, sin esconderse, sin temor a la muerte, pues si no llegaba al lado de su hermano le daba igual morir aquí que en cualquier otra parte, pues su hermano moriría sin remedio.

Después de correr durante largo rato, vio en la lejanía siete figuras a contrasol, se acerco con cautela, pues aún veía posibilidades de alcanzar a su hermano, al alcanzar una distancia de uno 150 metros, descubrió que eran marines, todos con capas de camuflaje de exploradores... encendió su comunicador y radió:
- A todas las unidades cercanas a mi posición, ¡identifíquense!
La respuesta no tardó en llegar – Aquí el Cabo Rubén de los Multiangeles de la muerte, estamos en misión especial, comunique su identificación, por favor... – la alegría de encontrar al resto de compañeros de armas hizo que se levantase y corriese hacia ellos... cuando llegó abrazó al cabo y le pidió perdón por el golpe.

Así, se dirigieron hacia donde las pisadas de un marine, y unas huellas muy ligeras de, seguramente, la exploradora Raquel, les guiaban.

Al anochecer, descubrieron hacia donde dirigían los pasos, hacia la colonia de Aguilea. Pero aún les quedaba un largo trecho, nada comparado con el que acababan de hacer.

Realmente el grupo estaba formado por los más cercanos al Capitán, ambos Ivanes, Inés, Óscar, Alberto, el cabo Ruben y la Sgt.

A la distancia de no más de 2 Km, descubrieron enterrado a un Land Raider, el “Terra salvada”, estaba sin armamento operativo, y enterrado parcialmente, Libertad se acercó y hablo con el espíritu del vehículo, deseaba volver a cargar contra el enemigo.

Así los ocho marines iniciaron el rescate de la máquina de guerra, y después de desenterrarla hasta la mitad, las orugas consiguieron zafarse de la mordaz arena. El vehículo estaba en perfectas condiciones de transmisión, así como de movilidad, por lo tanto los marines accedieron al interior del transporte y recorrieron la última distancia hasta el pueblo

Los sensores del mismo descubrieron al enemigo, unos 50 orkos, más 30 formas humanas y dos de marines...
Esto aún alegro más a la Sgt., pues su hermano, significaba, que aún estaba con vida.

Pero en el último instante la señal de su hermano desapareció, dejando tan solo la señal de la exploradora y añadiendo una más a las formas humanas... la desesperación alcanzó a los marines, su amigo estaba muerto... su misión había fracasado... de todas maneras eliminarían a todos los enemigos de la zona... y esperarían a los transportes de evacuación.

Descendieron del vehículo y se dirigieron a paso firme hacia el centro del pueblo... entraron disparando todo cuanto estuviese a su alcance y sobre las malditas formas orkoides, estos no se amedrentaron y respondieron al fuego.

Tomás, viendo la situación y sin tiempo de volver a colocarse la servoarmadura, recogió su espada y se lanzó sin ningún tipo de defensa sobre el enemigo por la retaguardia, para cuando los orkos se dieron cuenta del peligro de su retaguardia estaban siendo atacados por 3 lados, y el más débil era el payaso ese armado con una espada y una pistola que estaba detrás... así los orkos se dieron la vuelta hacia el Capitán y en ese momento el Land Raider apareció detrás del asediado Capitán, el cual fue alcanzado por fuego enemigo en varias zonas del cuerpo... en poco rato los orkos fueron reducidos, y las naves de evacuación estaban en curso... La Sgt. se acercó a su hermano, se arrodilló ante él y quitándose el casco, le beso en la frente.
– Te lo dije – prosiguió, mientras el resto de hermanos de batalla se acercaba, uno fue hasta el Land Raider para recoger el botiquín, pero la Sgt. le hizo volver – No, no hace falta...
- Sí, sí hace falta... – y tosió el capitán – estoy vivo, aunque si sigo así no por mucho tiempo... – un coagulo de sangre salió por su boca, derramándosele hasta el suelo.

Raquel, corrió hasta el cercano Land Raider y trajo el equipo de primeras curas, al poco rato la mayoría de hemorragias estaban controladas, pero si el equipo de evacuación no llegaba pronto, su Capitán moriría.

- Maldita sea – dijo el Cabo, mientras veía acercarse a un Dreadnought orko de entre los edificios.
Recargó su arma, el lanzamisiles, mientras el resto de marines lanzaban granadas perforantes sobre el tanque andante.

Este sin inmutarse siguió su marcha disparando sobre todos los marines, impactando en unos u otros indistintamente, algunos llegaron a herir otros simplemente lanzaron a los marines hacia atrás por la fuerza del impacto.

- Hoy es un buen día para morir... – se dijo a sí mismo Alberto mientras se lanzaba a la carga hacia el Dreadnought.

Pero no llegó a él, el Land Raider aceleró velozmente y golpeó al enemigo, el golpe hizo volar la armadura andante uno 12 metros incrustándola contra un muro de plastiacero y destruyéndola, pero el Land Raider se dejó marcada la forma de la guarra de combate sobre su oruga y entrada delantera, lo que hacia que para él vehículo, la guerra hubiese acabado.

Pocos segundos después dos Thunderhawk y la Tomahawk de los Multiangeles se posaron sobre su posición, evacuando a todos los presentes...

Durante dos semanas el Capitán y varios de los heridos y magullados marines estuvieron en el Hospital de campaña, pero la lucha continuaba, y ellos tenían que volver al combate... como siempre...

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